
"...Miro a Andrés que está dormido en la cama. Ayer regresó de Italia e hicimos el amor. Como dos adolescentes enamorados. Se me escapa una lágrima cuando pienso que no sabe todo de mí. Pero no me atrevo a decírselo porque tengo miedo a que me rechace..."
(Fragmento de "Presente continuo", Lola Barnon ©)
El personaje de Vicky me ha costado mucho escribirlo. Una mujer con mala suerte, de un pasado lleno de decisiones equivocadas, de errores que se marcarán su vida. Con una vida triste, descosida por una infancia inexistente y una madre drogadicta.
Ha sido difícil y complicado. No he podido tener un testimonio cercano de alguien así, porque, no solo no conozco nadie de mi entorno con ese pasado. Es que, a quien suelo recurrir para documentarme o tener algún detalle real de una persona que haya sufrido lo mismo, no me lo ha podido conseguir. Así que, no me ha quedado más remedio que tirar de varios ejemplos que me han facilitado, de entrevistas por mail, de mensajes que me han enviado y de los relatos de policías, guardias civiles y sicólogos que han tenido contacto con gente así.
Ha sido duro leer todo eso. Hacerme una idea de lo que han podido pasar, me ha afectado.
La vida es muy injusta, queridos. Yo he tenido la suerte de una existencia muy tranquila, feliz y con miles de buenos recuerdos. Vicky, en cambio, no. Es el fruto del estercolero que existe a pocos kilómetros de mansiones y tiendas de lujo. Es una parte de esta humanidad que, entre todos, hemos creado.
Ha sido, con diferencia, el personaje más complejo, duro y triste que he escrito.
Y también, posiblemente, el más difícil.
Muak.