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A mi Helen

Actualizado: 30 oct 2023


Hace unos meses escribí algo dedicado a mi superamiga. Ayer lo releía y me daba cuenta de lo importante que son las personas en ciertos momentos. En mi caso, fue cuando con quien vivía me engañó con una (supuesta) amiga. Al final me he enterado que han vuelto a verse y me llegan noticias de vida en común. Querido cabroncete, te podías haber ahorrado el darme la tabarra para que te perdonara y centrarte con la que te encamaste, ¿no? En fin, sois tal para cual y cómo yo no guardo rencor a nadie, que seáis felices y comáis perdices.

Helen y yo ya éramos muy amigas, pero en esos momentos de fragilidad, de turbación, de flaqueza, ella estuvo allí, al pie del cañón y de los paquetes de Kleenex que gasté. En realidad, todas mis amigas y amigos, me ayudaron, pero lo de ella fue especial. Recuerdo que se presentó en mi casa con una maleta y me dijo que de allí no se movía hasta que yo no superara aquello. Estuvo cerca de un mes durmiendo en mi casa, acompañándome, sufriéndome, consolándome y sacándome sonrisas donde solo había dolor.

Hoy ha pasado ya mucho tiempo y afortunadamente todo salió bien. Mi vida se encauzó convenientemente con una persona maravillosa y ella sigue siendo esa amiga fiel, ocurrente, ingeniosa, divertida y siempre dispuesta a ayudar A acompañarte en los momentos complicados y a sacarte unas risas.

Muchas gracias Helen por ser cómo eres.


A mi Helen

Fue una mañana de lluvia.

De café silencioso y solitaria sensación. Un abrazo de amiga y unas lágrimas sintiéndome estúpida.

Viví el temblor de sentir la pérdida y estar perdida.

La idea del abandono.

De la estupidez.

De la traición.

De la falta de olores por los rincones.

De ausencia risas y caricias.

De vacío y mañanas eternas de invierno.

Del cemento de las mentiras y el velo que se desgarra en tus ojos.

Un mundo convertido en un sótano y una vida que se escurría en las carreras de las gotas de lluvia en los cristales.

Esos mañana y aquellos días, no pude ser fuerte.

Ni siquiera lo intenté.

Me quedé anclada en recuerdos, en análisis vacíos y en una melancolía abrupta, mientras el agua de los cristales acompasaba al de mis ojos.

Me salvó un abrazo y tu eterno apoyo.

Tú, mi fiel amiga.

Siempre, siempre, en mi equipo.


Muak, corazones.

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