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No sé qué haría sin mis amigas...


Mis amigas...

El sábado salimos las chicas solas. Todas; no faltó ni una.

La Helen --la cabrona está cada día más buena--, nos llevó a un restaurante de un amigo suyo. Salvo que en la carta tenía mucho cúrcuma, chía, kale, jengibres y mierdas de esas, estaba bien. Cenamos estupendamente, pero todas comida normal. Nada de rollos raros. La Helen nos contó cómo empezó con su Juancho del alma. Tronchante. Mi superamiga es capaz de hacer graciosa una situación de los más normal. Siempre en mi equipo.

Mer, nuestra abogada de causas perdidas, la madre Mer de Calcuta, enseguida nos lio para una ONG de ayuda a Ucrania. Es muy buena, tiene un corazón que no cabe en una casa cuartel y poder de convicción. Como es natural, está pensando en traerse a todos los niños ucranianos que vea por mail o Twitter. Adoro a esta mujer.

María, la soltera, la independiente, la que nos pone a la última en todo, había quedado y se fue pronto. Iba con tacón alto y pantalón ajustado. Tiene buen culo, pero anoche estaba en el escaparate. Delante de ella apostamos a que en una semana estaba ennoviada. Se descojonó... pero no dijo que no, la cacho perra. Nos instruye en las nuevas tendencias. Da igual que sea de moda, de restaurantes, viajes o de cómo educar a una mascota. Lista, aguda, simpática e independiente. De mayor quiero ser como ella, porque es feliz y está convencida de que la vida es como ella la vive. Me encanta estar con ella. Pero me da a mí que si le surge el surjo, habemus boda...

Ana, la elegante, la estilista que nos la rifamos para ir de compras --me toca a mí esta semana--, nos estuvo contando las últimas tendencias y no se qué de una influencer que conoce. Al final, nos reímos porque nos dijo que a falta de antiojeras, hay quien usa las cremas para las hemorroides para rebajar las bolsas de los ojos. En realidad, al ser un antiinflamatorio, funciona. Pero eso no quitó para que hubiera varios chistes y comentarios graciosos. La Helen, cómo no, la que más. Ana es brutal, de verdad.

Amaya, nuestra cocinera, experta Cordon Bleu y un cielo de mujer, nos estuvo desgranando cada plato que comíamos como si fuera una forense. Pero como es encantadora y un amor de persona, nos encantó. Ahora está haciendo --conmigo-- un curso de catas de vino. Por cierto, es directora comercial y, según dice su marido, un sargento de caballería en el trabajo. Una crack. Y mi amiga del alma.

Cris pasó un cáncer de mama. Fue muy duro para ella. Y nosotras lo sufrimos mucho. Está casada con un conde y es nuestra aristócrata particular. Un buen tipo que cuida y adora a mi amiga. Y ella, tras pasar por lo que pasó, está de nuevo en forma y nos protege. Nos cuida, aconseja y acoge cuando estamos mal. En mi caso, cuando lo pasé fatal, siempre estuvo ahí, a mi lado, a pesar de su cáncer. La quiero a morir.

Y luego, Leti, que llegó un poco tarde a la cena, pero en tiempo para los aperitivos. Más lista que Einstein con gafas. Se perdió las cañas y los vinos de antes, pero bueno, le da igual. Generalmente, solo bebe cocacola light, pero es que no le hace falta más. No os digo más que, junto a la Helen --y servidora--, en cuanto ve un micrófono abierto, se pone a cantar. Me encanta esta mujer.

Magda, nuestra cupcake, por fin reconoció que le gusta un chico. Era algo sabido y contrastado por todas, pero se negaba a admitirlo. Ha tenido malas experiencias y eso, por desgracia, le ha marcado. Pero ya está de nuevo normalizada. El chico, todo hay que decirlo, está bastante bien. No es que sea un modelazo, pero tiene su punto. Me alegro muchísimo por ella. Se merece estar feliz y tranquila con alguien. Adoro a nuestra cupcake.

Y luego, estuve yo. Todas, sin excepción comentaron que me ven en mi mejor momento. Que Albert es quien hace que mi cara se ilumine, que sonría a todas horas y que me ven, no solo enamorada, sino alegre y relajada. Me hicieron llorar, las cabronas, Es verdad, estoy feliz; pero no les sirvió el truco para que las invitara a cenar. Que una cosa es que sea verdad y otra, que a una le sobre el dinero, jajajajaja.

No sé qué haría sin mis amigas...

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