"...Aquella noche, mientras me tomaba una Coca-Cola en la barra, solo, esperando que Adela me dijera si por fin nos íbamos al dormitorio o esperábamos al final de la fiesta cuando todos se hubieran ido, se me acercó una mujer de unos cuarenta años muy bien llevados.
Boca grande, pelo rubio y largo, no muy alta, aunque con tacón de infarto, figura delgada y sinuosa, tetas de quirófano caro, piernas bonitas, ojos azulados y profundos. Pero lo que más me llamó la atención fue la intensidad con que miraba y el descaro o desinhibición que se marcaba en sus ojos..."
Extracto de la continuación de "Futuro imperfecto"
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