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Feria de Sevilla, calor, rebujitos, sevillanas y un carro de compeeds


No soy una gran bailaora de sevillanas, pero me defiendo. El secreto está en echarle ganas, morro y salir a bailar con algunos rebujitos encima. Todos los años me olvido de los pasos de las sevillanas y las manos se me van a veces, pero si haces como que sabes y le echas rostro, te salen niqueladas. Ahí, la Helen, me vuelve a ganar, porque ella las baila como una profesional. Como cuando se sube a un escenario a cantar, tiene mucho arte, la jodía. Pero bueno, es normal. Por algo lleva dando clases de canto desde los dieciocho años y el flamenco le sale por los poros, debido a su madre sevillana. Bueno, y que también ha dado más clases que Einstein en la universidad. Su padre, como su madre, es de Sevilla, pero tiene menos gracia que la Mary, como la llamamos todos a la que la trajo al mundo. Su hija incluida. Así que el señor se deja llevar y tan pancho. Adoro al padre de mi Helen.

Yo estaba ideal con mi flor en el pelo, mi mantón y el vestido de flamenca. La verdad es que sientan siempre muy bien si estás delgada. Pero es incómodo, sobre todo cuando se te cae algo al suelo. No hay forma de agacharse, más si es ceñido, como eran los tres que usé. Uno por día y que me presta siempre la Helen, que los guarda en casa de su tía. Lo malo es que como soy cuatro centímetros más baja que ella, pues hay que meterlos un poco, aunque la hermana de la Mary ya sabe por donde tirar. Una crack. Si vierais cómo tienen el salón de su casa, en la Feria, fliparíais. Un burro con todos los trajes de flamenca, mantones, cajas ordenadas por colores con las sandalias de cuña (que a veces tengo que llevar porque el vestido me queda algo largo, si a la tía de mi amiga no le ha dado tiempo a cogérmelo), más cajas con manoletinas, pendientes, pulseras, flores, abalorios, tiritas y compeeds para dar y tomar... todo ordenado y dispuesto para que te vistas y salgas perfecta. ¡Qué arte!

Hemos dormido en un piso de los Remedios, que la tía de Helen nos ha conseguido y que tenía ya cogido desde Navidades. Cuatro parejas, servidora y su señor, la Helen, su chico, Ana y Javier y Julián y Susana. Es de una señora mayor, que esos días se va de Sevilla. Luego, para cambiarse y empezar, el centro de operaciones estaba en la casa de la tía de mi super amiga. Por la mañana, Sevilla, luego, vuelta a la casa de la tía de mi superamiga, y de ahí, al Real.

Hemos estado tres días y tres noches en la Feria y creo que ahora llevo más rebujito en mi sistema circulatorio, que el A positivo mondo y lirondo, que debería correr por mis venas. La juerga, en dos casetas: la de un cliente de servidora y la de la tía de la Helen, que dice que nunca ha abandonado el barrio de Los Remedios y que llama a la Mary, a su hermana, la madrileña. Con un par... Y eso que la madre de mi super amiga sigue seseando más que ella. Ambas tienen arte por arrobas, como mi amiga. Y el desparpajo de mi Helen.

El que se ha visto un poco atropellado ha sido mi chico. Y es que un catalán bailando sevillanas es complicado de ver. El pobre tiene poca gracia, pero lo ha suplido con rebujitos, ganas y que yo he puesto lo que a él le faltaba. Me tiene loca, porque le pongo en mil compromisos y siempre me responde con una sonrisa. Es adorable, aunque admito que le he tenido que pedir que no diera las palmas... No es lo suyo... Eso sí, con esa planta que tiene, con su chaqueta, su camisa azul claro, el pantalón color arena, y que es un pastelito, era el más mono de todas las casetas del mundo mundial. Y que nadie me diga lo contrario...

Han sido tres días y tres noches de baile, de risas, de calor, de ampollas en los pies, de traje de flamenca, mantones, flor en el pelo, de risas, de rebujitos, de cansancio infinito, de no parar, de sevillanas y Bizarrap, porque también ha sonado en las dos casetas a las que hemos ido, jajajajaja... Me lo he pasado genial, la verdad

Me encanta Sevilla, pasear por sus calles, Santa Cruz, su feria, su gente y olé. He ido bastantes años, gracias a la Helen, a la Mary y a su tía sevillana, y siempre me lo he pasado bien. Incluso un año que nos llovió y era un horror cómo quedaban los trajes y el calzado.

Ahora estoy tumbada en el sofá, todavía recuperándome, mientras que mi niño me mira con esa sonrisa tan serena y tan bonita. Hoy tenemos cena y los pies llenos de compeeds. Parece que se han peleado con un grupo de gatos. Él, igual, pero mientras yo me he quejado, él solo ha sonreído. Me tiene ganada, corazones...

Muaks. Os adoro.

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