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Feminismo de bar


Antes de ayer escuché una conversación que me preocupó. Eran dos chicas; jóvenes, algo más que yo. Una le decía a la otra que "ser sexy" es otra forma de machismo. "Debería ser delito, tía". Me picó la curiosidad. Una de ellas era bastante mona. La que hablaba, menos, pero tampoco un orco. Normal, digamos. Estaban tomándose una jarra de cerveza cada una en la terraza de un bar, aprovechando estos últimos días de verano.

Yo estaba con una amiga y su novio, charlando de cosas sin importancia. Le entró una llamada a mi amiga y ella y su pareja estuvieron pendientes, porque era su madre. Tuve, entonces, ocasión de volver a escuchar a las dos chicas de nuestro lado. "Los tíos son todos unos cerdos" continuaba la menos agraciada. "Joder, es que siempre piensan en lo mismo. Por eso, lo de vestir provocativa y demás, incita a ese machismo que no se debe tolerar." La amiga, no le hacía demasiado caso. Se limitaba a escuchar, asentía levemente y tomaba pequeños tragos de su cerveza. "Además, rompe la igualdad y la solidaridad entre nosotras. Hace que compitamos y eso, vuelve a ser machismo." Aquí remarcó con un índice de uñas largas y llenas de brillos, a su amiga.

La conversación de mi pareja de amigos, terminó y nosotros continuamos a lo nuestro. El chico, una vez que terminamos, yo mi vermut de grifo y mi amiga su cerveza, se levantó a por dos consumiciones más. En ese momento, contra todo pronóstico, sucedió. Un joven, de unos veintipocos años, de pantalón pitillo algo pasado de moda, sudadera y gorra beisbolera se acercó a nuestras dos amigas. No pude oír la conversación, pero sí observé los gestos de una y otra. Ambas se mesaron la melena. La más mona, cruzó las piernas despacio, que estaban embutidas en un pantalón de chándal con la marca en gran tipografía. Luego emitió una risita de esas que las mujeres ponemos cuando alguien nos gusta. Abatió las pestañas un par de veces y le hizo sitio al chaval. La otra, la feminista, la menos agraciada, en cuento se sentó con ellas, empezó a reírse de todo lo que decía el chico, a tocarle de forma descuidada el muslo, a la vez que le hablaba y le ponía interés a lo que decía. Asentía gravemente y achinaba un poco los ojos.

Cuando nuestro amigo vino con las consumiciones, se me quedó mirando.

- ¿De qué te ríes?

- Necesito clases de feminismo...

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