La música siempre me ha gustado.
Hoy me conformo con hacer el gamberro en bodas, bautizos, banquetes y saraos diversos, saliendo a cantar con mi Helen. Ella canta bien, yo solo me defiendo. Pero nos divertimos mucho, la verdad.
Toco un poco la guitarra, o al menos, la tocaba. Hace tiempo que no le dedico más allá de quince a la semana, e incluso menos. Hubo un tiempo en que me imaginaba tocando a todas horas y de adolescente, para desgracia de mi familia, todos los días tocaba algo. A veces, más de una hora seguida.
Mi hermano mayor me decía siempre que debía probar en el metro. Que si me daban monedas, significaría que lo hacía bien. Casi le creo. En realidad lo que quería era sacarme de casa como fuera y que les dejara de dar la tabarra.
Hoy he tocado un poco. Una media hora, más o menos y he perdido agilidad, ritmo y precisión. Pero me he vuelto a divertir, a ver ese pulso que tienen las notas cuando salen de tus manos. He sentido de nuevo la música, aunque sea de forma torpe y algo desfasada.
He amenazado a mi novio con volver a retomar las clases de guitarra... Me ha mirado con una cara peor que los pollos del Alcampo, jajajaja.
Menos mal que ahora, entre el trabajo, las clases del máster y que socializar es básico en mi vida, no me queda un segundo. Pero como lo encuentre, el pobre va a sufrirme... Y no me pienso ir al metro a que me den monedas.
Muak
Commenti